miércoles, 7 de julio de 2010

Hablamos de colores.

Infinidad de ellos, toda una cantidad de gamas donde elegir; Un gran problema,pues. Existe una gran semejanza entre unos y otros, pero sólo unos pocos son los que parecen más llamativos.

Por un lado tenemos el verde. El verde de toda la vida; intenso, a veces oscuro, llamativo, fugaz. Verde de envidia, de orgullo. No le hace falta justificarse, habla por sí solo y posee una gran capacidad de sugerencia. Transmite confianza y plenitud y sabes que, aunque algún día te pueda fallar, siempre lo tendrás en cuenta, y siempre te gustará.

Por otra parte nos encontramos con el lila. Es un color un pelín apagado, tímido, pero realmente agradable. Te invita a ser tu misma, te hace sentir bien. Combinable donde los haya. Inspira tranquilidad, cariño. Parece el color perfecto, hasta que empieza a mezclarse con tus pensamientos oscuros y lo vuelven un color triste y solitario. Envuelto en sus pensamientos, en sus más profundos sueños, se pierde y parece que no quiere volver, se torna distante.

Parece que no es y en realidad sí. Pero, como se ha dicho anteriormente; hablamos de colores.

No hay comentarios:

Publicar un comentario